Compromiso afectivo
Algunos de los efectos del divorcio son bien conocidos por todos: la sensación de no ser queridos, la culpa de haber sido los causantes de la separación de los padres, la ausencia de modelos.
Pero por lo que yo he podido ver, el más pernicioso efecto del divorcio sobre las criaturas, y aun sobre sus amiguitos que no han vivido una experiencia de divorcio pero han oído hablar tanto sobre el tema, va mucho más allá.
Yo tengo miedo de que estemos criando una generación de jóvenes que crecerán con miedo a amar, a entregarse por completo, porque han visto cuánto se sufre cuando una relación de amor se destruye.
Me temo que busquen entonces la intimidad sin riesgos, el placer sin un compromiso afectivo importante. Tanto le temen a la desilusión que se privarán de experimentar la alegría del amor."Si nunca amé nunca he llorado ... no toco a nadie ni nadie me toca a mí. .. soy una roca, una isla ... la roca no siente' el dolor, la isla nunca llora".
El compromiso afectivo serio es una cárcel porque limita nuestras perspectivas. Querer a otra persona nos vuelve vulnerables al desencanto y al rechazo. Tener hijos no es gratificante: es una carga y un inconveniente.. Hoy en día la gente cree que la relación emotiva intensa trae aparejado el desastre, y que el desapego es la mejor forma de sobrevivir.
En el trabajo, en nuestras diversiones, incluso en nuestra vida sexual pretendemos ser como máquinas que cumplen su función pero sin comprometerse en el plano emocional.
En la actualidad muchos matrimonios no duran hasta que uno de los cónyuges muere. Pero si emprenden el matrimonio pensando que si no les va bien se separarán, puedo asegurarles casi con certeza que les va a ir mal.
Deben comprender que el compromiso matrimonial no es sólo la decisión mutua de dormir juntos, sino la promesa de tolerar todos los desencantos y frustraciones que forman parte de cualquier relación entre dos seres humanos imperfectos.
Ya bastante difícil es que un matrimonio prospere aun cuando los cónyuges dan todo de sí, pero si una parte de ustedes se entrega a la relación y la otra se queda afuera para juzgarla y decidir si todavía vale la pena, prácticamente no tienen probabilidades de que les vaya bien.