Sentido a la vida

¿Qué encierra la vida aparte del mero hecho de existir, comer, dormir, trabajar y procrear hijos? ¿Somos iguales a los animales salvo en la capacidad de cuestionarnos el sentido de la vida?

Es muy difícil dar respuesta a este interrogante, pero más difícil aún es evitar responderlo, mientras estamos ocupados con decisiones vinculadas con la educación o el matrimonio, en esas primeras décadas, otras personas tienen más influencia sobre nuestra vida que nosotros mismos.

La posibilidad de que la vida tenga sentido se refiere a valores fundamentales, nos plantea qué queda por hacer cuando uno ya ha aprendido todo lo que hay por aprender, y resuelto todos los problemas que se pueden resolver, centrar la mira en la diferencia que hay entre el ser humano y las demás especies, y en la búsqueda de un objetivo lo suficientemente importante como para que nuestra vida adquiera sentido.

¿Porque para alcanzar las metas que premia la sociedad debemos renunciar a una parte de nuestra personalidad?

Recuerdo las innumerables noches en que me dejé convencer de que asistir a una reunión de trabajo (por tercera vez en la misma semana) era más importante que estar en casa con mi familia, y que el comité no podía funcionar sin mí. (Años más tarde, un amigo mío me dijo:

"La sociedad puede usarte, pero no te necesita".) Pienso en cuántas veces concedí entrevistas de asesoramiento en horarios convenientes para la otra persona, pero que a mí me significaban tener que saltar la cena.